Pero para los torpes y testarudos nos queda disfrutarla de otra manera, por ejemplo ¡¡¡Ciclismo!!!,¡¡ ostras que duro deporte!!, que mérito quienes lo practican a velocidades de vehículos de motor,sea para arriba o para abajo. Pues después de mi lotería, Neuralgia de Trigémino, me resistía a engordar con el tratamiento y estar drogado todo el día en casa, y me propuse después de dejar aparcada mi Motoreta de color rojo del año 85 ¿os acordáis?, retomar el hábito de montar en bici.
En eso, conocí a unos locos de la bici, Silverio, Pepe, Juan, Miguel Angel, José y demás, que sin ser profesionales disfrutaban de la bici como niños, pero además sufrían encima de ella como los mejores ciclistas. Formaban un club, Club Ciclista Arrueda, y junto a ellos y las campeonas del club y los peques, me hacían salir todos los domingos, y de ahí todas las mañanas, y al poco tiempo sentí que la bici era parte de mí.
Fue cuando me propuse coronar el punto más alto de península en bici, aunque fuera arrastrándome. La enfermedad me impedía ver bien, me hacía marearme, caerme, buena cuenta de ello pueden dar mis compis de bici, pero esta no iba a poder conmigo.
Después de prepararme bien, fue el 16 de Julio cuando cogí mi bici y mi coche me dirigí a Pinos Genil, y comencé a darle a los pedales, fueron 65 km de subida, hasta 3300 metros de altitud, altitud que me mareaba, y que cada vez que miraba para arriba me ponía los pies en el suelo, ¡esto no es para mí! pensaba por dentro, y la vez decía ¡vamos y dale a los pedales cobarde!. Y así durante 6 horas,, cuando ya no era yo, sino mi alma dándole a los pedales, divisé el pico colmado de nieve y a la gente que por allí andaba animándome como si fuera el campeón de Tour, y no, no lo era pero cuando la nieve no me dejó mas andar, bajé, lloré y pensé,, todo es proponérselo en la vida,, no soy un campeón del Tour, pero soy el más cabezón del mundo.
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